jueves, 13 de septiembre de 2012

Dejamos a continuación un fragmento de una ponencia presentada en el I Congreso de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires en el año 2009. La misma reflexiona sobre la tensión entre los términos de Sociedad y Comunidad.

La tensión entre Sociedad y Comunidad en la tradición sociológica

Desde el comienzo de la Sociología  a mediados del siglo XIX, la tensión entre sociedad y comunidad fue un tema central de la disciplina, presente también en los que son conocidos como “clásicos” (Marx, Weber, Durkheim). Se tomaba conciencia de que un mundo marcado por lo cercano, lo conocido, lo previsible, lo inmutable, desaparecía (es decir el viejo orden “feudal”); y comenzaba a vislumbrarse otro marcado por la creciente secularización, impersonalización, velocidad, cambio acelerado, incertidumbre. Al primero se lo nombró comunidad y se lo asoció al “antiguo régimen” de la Edad Media, al segundo se lo llamó de diferentes formas, “sociedad industrial”, “sociedad capitalista”, “sociedad moderna”.


La esencia del nuevo orden a partir de la primera revolución industrial y la Revolución Francesa, se la asoció a múltiples factores ,como muestran los diferentes nombres, pero podríamos aventurar que el factor económico es la variable que la mayoría tuvieron en cuenta, por el gran impacto que este generó en todos los aspectos de la vida, reinsertando lo “local”, lo comunitario, en un nuevas relaciones que lo conectaronn con espacios geográficos muy alejados de él.


Autores como Marx  le atribuían un signo peyorativo a ese orden comunal, viendo con buenos ojos el avance de las fuerzas productivas y las potencialidades  creadas por el nuevo sistema. Aquellas formas comunales constituían más un obstáculo que una ayuda para el avance de este último, pues eran formas “estancadas y enmohecidas” (Marx, 1960: 15) que privaban al hombre del desarrollo de sus verdaderas potencialidades. Su preocupación era la forma de apropiación privada de la riqueza producida por el nuevo sistema, que es una nueva forma de enajenación que separa al hombre de su producto. La idea de un “comunismo” ligado a la apropiación del excedente por la mayoría trabajadora tiene la impronta de totalidad que lleva la noción de comunidad, la instauración de un régimen en que la propiedad sea colectiva, pero no ya en la forma de las tierras comunales de la Edad Media, sino en la apropiación de los medios de producción por quienes producen.


Por su lado, Durkheim, le atribuía un efecto positivo a lo que el llamó orden industrial, por producir una forma de “organismo social” más compleja que la alcanzada por ninguna otra sociedad, gracias a la creciente división del trabajo y el grado de especialización alcanzado que llevan a una solidaridad de nuevo tipo anclada en la interdependencia, que él llamó “solidaridad orgánica” (Durkheim, 1985: 84). Sin embargo el efecto negativo de la especialización de funciones es el aumento del individualismo, y la consecuencia es la falta de conexión con una totalidad que le de coherencia a un orden social fragmentado en funciones. De allí Durkheim mira con nostalgia la organicidad y cohesión moral de la Edad Media lograda por la religión. Sin embargo un retorno allí es imposible, por lo que “algo” tendrá que surgir que tome el papel que en el antiguo régimen ocupó la religión y contrarreste el peligro de “anomia” generado por el individualismo moderno. Una conciencia colectiva de nuevo tipo tendrá que cubrir a las conciencias individuales, esta sería en Durkheim la forma de superación de la tensión entre comunidad y sociedad a favor de la primera, aunque no especifique bien cual será la forma de esa nueva conciencia colectiva..


Max Weber termina con las esperanzas de superación de esta tensión, su mensaje se sintetiza en la idea de “jaula de hierro” creada por la burocracia moderna. Las sociedades modernas tienden a ser sociedades de masas, en donde la organización burocrática es la respuesta necesaria en los nuevos estados nacionales para organizar los complejos procesos productivos y políticos de la sociedad. Sin embargo el precio a pagar es alto, la pérdida de la espontaneidad y autonomía individual (Weber, 2003: 87). El camino de la especialización que también veía Durkheim es inevitable para Weber por las condiciones modernas, en donde la creciente complejización de cada “esfera” de conocimiento, hace que solo especializándose en una de ellas sea posible abarcar un área razonablemente manejable de conocimiento acumulado. En Weber no hay salida a este proceso y pareciera que la burocratización acabará devorándose todo rincón de la sociedad.


Pasado poco más de un siglo de la formulación de estas teorías, las tendencias por ellas descritas parecen haberse acentuado y la tensión entre comunidad y sociedad seguir, la pregunta entonces sería: ¿En que forma aparece esta tensión en los contextos micro-sociales que hoy desde las políticas públicas llamamos “comunitarios” y que son el foco de nuestras intervenciones?


Nos hacemos estas preguntas porque a comienzos de siglo XXI ya no tiene sentido contraponer los términos comunidad/sociedad para hacer analogía de otras oposiciones como tradicional/moderno, atraso/progreso, debido a que el término comunidad ha dejado de referirse a contextos feudales. Es indiscutible que todo el mundo actual es moderno, hasta el rincón más aislado del conurbano bonaerense se haya conectado por todo tipo de relaciones a espacios geográficos muy distantes de él.

(Fragmento de ponencia publicada en el "I Congreso de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires", La Plata, Argentina, 2009.)